El conocimiento del Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) es cada vez mayor en nuestra sociedad, así como el número de estudios realizados por profesionales que trabajan con personas con TEA.
Para aquellos que lo desconocen o han oído hablar poco, el TEA es un trastorno del neurodesarrollo que incluye dificultades en tres áreas principales: interacción, comunicación social e intereses restringidos. Dentro de este trastorno encontramos un gran abanico y distintos niveles de dificultad en las tres áreas.
Las reacciones que tienen estas personas frente a situaciones desagradables o que les producen malestar, a menudo son poco comprensibles para algunos, y aparentemente no tienen explicación. También ocurre que, frente a estas situaciones de estrés, a veces se quedan totalmente callados, se inhiben o dejan de hablar y participar. ¿Coincidencia? Por supuesto que no. Varios estudios (Bellini, 2006; Chaflant, Rapee & Carroll, 2007; McNally, Lincoln, Brown &, Chavira, 2013) han encontrado una relación entre TEA y ansiedad.
Estos hallazgos nos ayudan a comprender un poco más estas reacciones tan exageradas que a menudo escapan de nuestro entendimiento. Estas reacciones son consecuencia de la incapacidad que sufren de poder expresar aquello que sienten, aquello que les está produciendo miedo o angustia. No solo hablamos de esos individuos que sufren un autismo grave que no les permite expresarse verbalmente, también hablamos de todos aquellos con capacidad para hablar, pero que tienen muchas dificultades para expresar sus emociones y sentimientos.
Por todo ello debemos ayudarles a mejorar ciertas habilidades, para que puedan hacer frente a estas situaciones de ansiedad de forma más adecuada.
A nivel de intervención, las investigaciones hacen referencia, por un lado, al trabajo de la ansiedad social a través de estrategias y habilidades para mejorar su comunicación e interacción, de modo que puedan sentirse más cómodos y confiados en sus relaciones con iguales. Por otro lado, proponemos trabajar el aumento de consciencia de las sensaciones corporales de malestar y así también mejorar la detección de la ansiedad antes de llegar al punto más álgido. Esta última propuesta podemos realizarla a través del Mindfulness (tenéis la explicación en una entrada anterior del blog).
Actualmente se están llevando a cabo grupos de Habilidades Sociales para niños y adolescentes diagnosticados de TEA. Los resultados preliminares indican que los pacientes que realizan la intervención en Habilidades Sociales disminuyen su ansiedad y sus problemas sociales.
Carlota Alcover. Psicóloga