El curso evolutivo de las personas conforma un proceso natural de nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte, y por ello las familias necesitan estar en continua adaptación.
La familia es entendida como un conjunto de personas que interactúan constantemente y que se regulan a través de unas normas con el exterior. Tiene un rol fundamental en el proceso de formación de la identidad de cada persona y en la forma de percibirse uno mismo en el mundo.
Adentrándonos en las varias problemáticas que puede hacer frente una familia nos encontramos con un factor muy relevante que puede influir negativamente en el proceso natural de la familia: el ciclo vital. Las familias recorren un proceso de desarrollo a lo largo de sus vidas, y el sufrimiento y los posibles síntomas psiquiátricos pueden aparecen cuando este proceso se ve interrumpido por algún factor o alguna situación, como por ejemplo cuando los padres se separan, hay una muerte de algún miembro o los hijos se emancipan.
Las etapas que clásicamente han sido consideradas como las básicas y donde pueden aparecer dificultades son las definidas por Haley (1980), uno de los expertos en el ámbito que más ha trabajado este concepto desde la terapia familiar. Las etapas del ciclo vital se dividen en seis y cada una puede conllevar ciertas dificultades:
1) La formación de una nueva pareja: el noviazgo y la primera etapa del matrimonio. En esta etapa las personas inician la búsqueda de una pareja y comienzan a asumir sus responsabilidades económicas y emocionales, así como a reconocer características distintas de uno mismo en relación a la familia y a la vez las que desea mantener y que son propias de su familia. Pueden aparecer problemáticas relacionadas con un apego excesivo a la familia, un corte total de la relación familiar, aislamiento social, desajuste profesional o la elección de una pareja para huir de los problemas familiares.
2) El Matrimonio y sus consecuencias: cuando la pareja empieza a convivir debe llegar a unos acuerdos necesarios para poder construir un futuro conjunto. La pareja debe acordar nuevas maneras de manejarse con sus padres, sus amigos, los aspectos prácticos de la vida en común y las diferencias que existen entre ellos como individuos. Todo ello puede generar muchas dificultades y peleas constantes entre la pareja. También deben crear un espacio íntimo y diferenciado de la familia de origen de cada miembro de la pareja.
3) El nacimiento de los hijos y el trato con ellos: cuando nace el primer hijo, la familia adquiere un nuevo papel, pasan a ser padres. Ello conlleva una nueva reorganización de tareas ya que el cuidado del hijo pasa a ser lo prioritario. La intimidad de la pareja y sus relaciones conyugales se ven afectadas, y esto puede conllevar una desestabilización de las reglas y roles acordados en un primer momento, así como en la relación con sus propias familias.
4) Familia con hijos adolescentes. es una etapa de crianza y de dedicación a las tareas como padres. Suele ser una época de crecimiento profesional y personal de los padres, y para muchas familias puede resultar difícil. También es un período, en que los hijos están menos en casa y esto obliga a los padres a comprender que en un periodo corto de tiempo los hijos empezaran a emanciparse, y entonces se quedará la pareja sola.
5) Familia con hijos adultos jóvenes. La desvinculación de los hijos y la aparición de otras relaciones conllevan frecuentemente crisis en la familia ya que todos participaran en el proceso. Cuando los hijos comienzan a irse del hogar familiar, la familia se enfrenta también a un cambio en la posición de rol. La pareja de padres debe reorganizarse en cuanto a la nueva situación familiar, tanto en la relación con los hijos como en la relación conyugal.
6) Retiro de la vida activa o vejez. En esta etapa los hijos ya tienen su propia familia y los padres pasan a ser abuelos. Es necesario por tanto, renegociar la relación, las reglas y los roles de cada uno. Esta etapa además suele coincidir con la vejez de los propios padres, es decir de los abuelos, y la necesidad de cuidado de los mismos.
Es importante tener en cuenta que cuando aparecen estas dificultades en algún miembro de la familia, el resto se ve afectado. Por ello, según las problemáticas y la situación familiar, proponemos como un gran recurso la intervención familiar, ya que contempla a todos los miembros de la familia como un recurso muy potente para el cambio; los integrantes se influyen unos a otros, por lo que todos pueden contribuir a encontrar soluciones.
Raquel Perelló y Carlota Alcover
Psicólogas