¿Cómo integrar en la educación de mi hijo las rutinas, los hábitos y las normas?
Para una educación familiar de calidad, es necesario establecer normas en la familia y límites en la conducta de los niños. Sobretodo porque puesto que los niños son muy sensibles a los cambios en la vida cotidiana y les gusta la estabilidad de horarios y de hábitos, cuando ésta estabilidad es escasa o su vida se encuentra en constante cambio, genera en el niño un estado de tensión que no es saludable, y si se prolonga en el tiempo puede devenir en alteraciones en la salud mental.
El establecimiento de rutinas y hábitos en los niños hace que posteriormente sean más sensibles en la adquisición de normas, y les ayuda a aceptar los límites que esas normas imponen en su conducta. Éstos hábitos y rutinas dan al niño estabilidad, seguridad, confianza y predictibilidad de lo que tiene que hacer o que se espera de él en cada momento.
A. Rutinas y hábitos
Para comenzar a implementar rutinas y hábitos es necesario saber qué enseñar. En primer lugar, se les puede enseñar aquello que hagan la mayoría de los niños de su edad (existen diferentes guías de desarrollo que indican qué hábitos ha de tener cada niño según el hito evolutivo en el que se encuentre, y en su defecto se puede recurrir a los maestros de nuestros hijos para que nos indiquen que hábitos han de adquirir según su edad), y en segundo lugar, todo aquello que puedan hacer solos siempre y cuando no haya peligro. Una vez se haya decidido qué rutina, hábito o norma para implementarlas se deberán seguir los siguientes pasos:
Paso 1. Decidir qué le vamos a exigir
Para ello será necesario determinar qué costumbres deseas que adquiera (p.e. permanecer sentado mientras come), qué valores quieres transmitirle (p.e. respeto), cómo quieres que se relacione (p.e. saludar/despedirse), qué metas educativas te propones, etc.
Paso 2. Explicarle qué tiene que hacer y cómo
Debemos darle detalles concretos al niño de qué queremos que aprenda y que se espera de él. Por ejemplo es mejor decirle al niño ‘lleva tu plato y tus cubiertos a la cocina y mételos en el lavavajillas’ que ‘recoge la mesa’ pues esta última indicación es genérica y el niño no sabe qué se espera de él concretamente.
En este paso los adultos de referencia han de tener claro que no se le puede exigir al niño aquello que los adultos no cumplen, por lo que ha de dar ejemplo y si se le pide al niño que recoja la mesa, el adulto que lo exige inicialmente también tendrá que hacerlo.
Paso 3. Practicar
En este paso es importante que las demandas sean constantes en el tiempo (cada día) y en el espacio (en casa, en el parque, con los abuelos…), pues si en unas circunstancias hacemos la demanda y en otras no el niño no comprenderá que se espera que lo haga siempre. Para asegurar la consecución de los hábitos será favorable que se elogie o premie al niño (prestándoles atención, jugando con él, etc.) de forma constante. Finalmente para que este paso sea efectivo, será indispensable ser coherentes, tener siempre el mismo criterio y no llevarnos la contraria a nosotros mismos.
Paso 4. Supervisar
Para asegurar que las rutinas y hábitos se mantienen es necesario supervisar cómo lo hacen para corregirles cuando sea necesario y para establecer los límites de lo que se espera de él y lo que no.
En este proceso puede pasar que los niños no quieran acatar aquello que les solicitamos, en estos casos habrá que valorar si el niño no lo quiere hacer porque no está a su alcance o porque no quiere por comodidad (en cuyo caso será necesario explicarle que ‘ya es grande y a de hacerlo por si solo’ a la vez que se ignoran sus quejas para que no reciba atención por nuestra parte ante un mal comportamiento).
B. Normas
Para poner normas es importante que se den las indicaciones de forma única (siempre del mismo modo), corta (porque cuantas menos palabras usemos para transmitir el mensaje más fácil será de comprender y recordar), clara (para evitar posibles confusiones) y afirmativa (es mejor decir ‘has de estar en silencio’ que decir ‘no hables’).
También se ha tener presente que las normas son innegociables y por tanto no debemos pedirlas por favor (v.g. ‘ponte en jersey’ en lugar de ‘¿puedes ponerte el jersey por favor?), hemos de ser amables con el tono de voz, pero hacerlo con seguridad, mantener el contacto visual y recordar que muchas órdenes seguidas se suelen olvidar.
Finalmente tenéis que tener en cuenta que aquello que se ordena tiene que preverse y conocerse con antelación, pues no podemos pedirle al niño que se vista solo si no sabe ponerse de forma autónoma cada una de las prendas de vestir.
Estrella Ferreira. Psicóloga
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