A medida que los niños crecen es importante proporcionarles responsabilidades para que aprendan y puedan valerse por sí mismos, de este modo haremos que nuestros niños sean independiente, que no requieran ayuda continua, que tengan iniciativa propia y que los adultos no lo sobreprotejamos y les hagamos sentir indefensos en nuestra ausencia.
Tal y como se señala en el post ¿Cómo integrar en la educación de mi hijo las rutinas, los hábitos y las normas?, el establecimiento de rutinas y hábitos dan al niño estabilidad, seguridad, confianza y predictibilidad de lo que ha de hacer o que se espera de él en cada momento. Es por ello que la autonomía ha de estar ligada a las capacidades del niño, pues si solicitamos a un niño que aún no es capaz de hacer la pinza con los dedos pulgar e índice que se abroche él solo el ‘clic’ del pantalón, lo único que conseguiremos será frustración, en nuestro hijo y nosotros mismos por no ser capaces de enseñar a nuestros hijos a hacer algo tan ‘sencillo’ (y pongo sencillo entre comillas, porque puede parecer sencillo para un adulto, pero no para un niño que no lo ha hecho nunca).
La autonomía puede clasificarse en 5 grandes áreas: alimentación, higiene, vestido, orden, y sueño. En función de la edad, los niños han de saber realizar de forma autónoma un conjunto de hábitos. En esta primera parte se describen las dos primeras (alimentación e higiene) diferenciando por edades los hábitos que se espera que un niño del rango de edad haga de forma autónoma. En una segunda entrega describiremos vestido, orden, y sueño:
Alimentación | |
1-2 años |
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3-4 años |
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5-6 años |
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7-8 años |
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9-10 años |
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11-12 años |
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13-14 años |
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>14 años |
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– | |
– | |
Higiene | |
1-2 años |
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3-4 años |
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5-6 años |
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7-8 años |
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9-10 años |
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11-12 años |
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>12 años |
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Estrella Ferreira. Psicóloga